miércoles, 1 de octubre de 2008

Prefacio

Estaba parado en frente de un montículo de tierra, donde yacía un ser con el que jamás podría volver a hablar.
Las pocas personas que estaban conmigo vestían de luto, o por lo menos, con las pocas ropas oscuras que le quedaban de sus pertenencias. Sus rotosas vestimentas las cubría una gruesa capa de sangre y tierra.
Se escuchaban sus respiraciones entrecortadas y se notaba el cansancio de sus músculos.
Nadie comprendía por qué quería enterrarlo allí, en el bosque. Nadie, menos Inés, que compartía mi secreto al igual que yo el de ella.
Muchos insistieron en que lo sepultara en el cementerio, como se hacía naturalmente, pero no lograron convencerme.
Nunca creí que la vida siguiera después de la muerte, pero ahora que se había ido, la idea de que existiera otro mundo me seducía. Me bastaba con imaginarme que de algún modo, de alguna forma, él seguía estando conmigo.
Me sentí mal por no haberlo enterrado entre los míos, mi verdadera familia, los de sangre fría. Pero de haberlo hecho habría levantado sospechas, y si quería seguir viviendo con los humanos más me valía comportarme como uno de ellos.
Pero el entierro no había sido ni en el cementerio, ni en el corazón del bosque. Sino en el medio de esos dos lugares. Lo había sepultado en el camino entre dos mundos, el mío y el de los humanos. Una tumba que me gustaría cuando llegara mi hora. Pero una cosa era mi entierro, la de un extraño, alguien diferente, y otra, muy distinta, la de él, un ser digno de su especie que tuvo que pasar por momentos horribles y tormentosos.
Yo no era humano, pero tampoco encajaba con mi raza. Era… el intermedio.
¿Furia? ¿Tristeza? Sí, un poco de ambos. No siento que pertenezca a ningún lado ¡hay tantas diversidades de especies y yo acá, sin encontrar alguna propia! Los humanos tienen varias cosas admirables que me hacen sentir bien con ellos, pero ¿cómo sentirme cómodo si ni siquiera me puedo mover con naturalidad? ¿Cómo hacer para que esta mentira constante no me mate?
¿Y si volviera con los míos? Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No, no podía. Ya era demasiado tarde.

8 comentarios:

L.D Briceño dijo...

Mi querida amiga escritora!!..
No me canso de decir de lo encantado de volver a leerte jaja...
Y ahora tomas el reto de escribir una novela, me alegra bastante, por lo que veo este prefacio es interesante ...A los demas recomiendo que lean por acá porque seguro se llevan un buen momento...

Azucena Oré Vereau dijo...

seguiré la recomendación

Unknown dijo...

Hola... llegué aquí a través de tus comentarios en mi blog... y voy a intentar leer este interesante relato por orden, para no perder ni un detalle.

El prefacio me ha provocado intriga... ya me apetece continuar.

Besotes...!!!

Anónimo dijo...

Voy por el capítulo cuatro. Lo cambiaste bastante y ME ENCANTA!!! :D Además estás usando mi época favorita (H) Jajaja
Voy a seguir leyendo...
Clari (del cole)

Anónimo dijo...

No es justo ¬¬
Ahora dejaste en el capítulo seis y tengo ganas de leer más...
Voy a seguirte presionando para que escribas, jaja.
Clari

Anónimo dijo...

Me encanta tu manera de escribir... es muy interesante. Te cuento que encontré tu blog por pura casualidad.
Continúa escribiendo, por favor, de pronto te mando algo de lo que he escrito para que le heches una miradita.
Si te interesa revisa el blog de mi hermano, el escribe un poquito diferente a ti, pero tambien me gusta mucho.

Saludos.. espero poder seguir viendo las cosas interesantes que escribes

Anónimo dijo...

se me olvidaba.. el blog de mi hermano es:

http://www.estereoscopia.blogspot.com/

Anónimo dijo...

el blog perdón es este.. es que el nombre se parece mucho.

http://www.esteroscopia.blogspot.com/
no es estereo como estaba antes sino esteroscopia