jueves, 18 de septiembre de 2008

Silencios



Tus ojos son la luz de mi condena...



Gloria despertó aterrada. No era la primera vez que sucedía. Intentaba explicar sus pesadillas, pero las imágenes del sueño se le hacían borrosas, como si una parte de ella evitara recordarlo.
No era la única que tenía malas noches. Desde hacía un mes toda la familia se levantaba temerosa, reinaba el silencio y la desconfianza. Incluso su padre, al que muy pocas cosas le asustaban, se movía con cautela mirando hacia todos lados, esperando que surga alguna desgracia.
En el desayuno nadie pronunció palabra. Cada uno estaba sumido en sus pensamientos. Consciente de esta falsa calma, Gloria extrañaba, con cada parte de su ser, su antigua vida, cuando solían reír y jugar juntos. Quería gritar, pero de su boca no salían más que mudos sollozos. No sabía el por qué de semejante cambio, pero intuía algo angustiante. Se daba cuenta que no eran los únicos que habían cambiado. Nadie quería salir de su casa, mucha gente desaparecía o volvía gravemente golpeada. El antiguo andar cansino del barrio se había convertido en un caminar presuroso, con la vista clavada en el piso y alejándose de algún perseguidor imaginario.
Al mediodía se marchó con su hermana Lara para ir al colegio. Iba muy cerca de ella. Era su protección, la única con la que todavía no había perdido confianza. Su alegría siempre le daba tranquilidad, pero por ese entonces no le veía siquiera una sonrisa. Los ojos que en un tiempo brillaban lúcidos y alegres se habían convertido en un pedido suplicante de ayuda.
Intentaba darle consuelo, aliviar esa pena compartida, pero no lograba mucho.
Al doblar en una esquina se estremecieron al ver a un grupo armado revisando a tres jóvenes. Les habían envuelto la cabeza con sus remeras y los tenían con las manos apoyadas en la pared. Uno de ellos tenía una mancha enorme de color morado en las costillas, le costaba mantenerse derecho, pero no tenía otra opción que aguantar el dolor, si hacía un movimiento que les resultara sospechoso a sus captores iba a ser muy probable que terminara con más de un golpe.
Las dos niñas, aterradas ante la escena, tardaron unos segundos en reaccionar y salir corriendo. Los hombres de verde no les dieron demasiada importancia y siguieron entreteniéndose con los detenidos.
Cuando llegaron al colegio apenas les quedaba aliento. No les sorprendió que nadie les preguntara la razón de semejante agitación. Era muy normal que la gente llegara agotada y con el rostro pálido.
Una vez recuperadas se separaron y se dirigieron a sus respectivas aulas.
Todo siguió su curso normal hasta que llegó la cuarta hora...
Cuando el timbre dio por terminado el recreo y la maestra hizo ademán de comenzar su clase, un fuerte ruido la interrumpió. Siguió un griterío. Eran las voces de los estudiantes en el pasillo central, pero no eran los gritos de alegría que daban los alumnos cuando faltaba un profesor, sino de miedo, de horror.
La maestra empalideció y echó a correr. Los demás, confundidos, asomanban las cabezas tímidamente por la puerta.
La más aterrada era Gloria. Sabía perfectamente que el aula de su querida hermana daba al pasillo central. Algunos de sus compañeros se quedaron ahí. Otros se dirigieron, con ella, hacia donde provenían los ruidos.
Cuando llegaron, casi se desmayan del susto. En el centro del corredor estaban los uniformes de la muerte, capturando a los estudiantes que corrían a la salida desesperados. Los que eran capturados luchaban con todas sus fuerzas por librarse, pero sus intentos eran inútiles, aunque lograran darle algún que otro golpe a sus perseguidores no tardaban mucho en terminar en el suelo atados y en algunos casos inconscientes.
Divisó a Lara entre medio de la multitud y corrió tras ella. Su hermana temblaba de pies a cabeza, incapaz de moverse. Intentó alentarla, al igual que sus amigos. Estaba tan pálida que de no haber sido porque respiraba cualquiera la hubiera dado por muerta.
Al ver que no reaccionaba la agarró del brazo y la arrastró. El brusco movimiento pareció devolverla a la realidad.
Ambas, de la mano, corrieron lo más rápido que podían. Pero al pasar cerca de uno de los carceleros, Gloria sintió un tirón fuerte en el brazo que le hizo soltar la mano de Lara. Se dio vuelta y la vio gritar desesperada, un lamento agudo y prolongado.
Lo último que pudo ver fue que le asestaban un golpe en la cabeza que la desplomó en el piso.
No logró hacer nada, uno de sus compañeros la tomó del brazo y la llevó a la salida. Todo era muy confuso, la gente gritaba y corría de acá para allá. Sus caras eran una mezcla de miedo y desesperación. Pero ella no los oía, lo único que escuchaba era la voz de su hermana, a lo lejos.
No prestó atención a lo que sucedía a su alrededor, ni siquiera se alegró cuando estuvieron a salvo del infierno. Su mirada vacía seguía perdida entre los momentos vividos.
La corrida fue agotadora. Cuando llegó a casa, su madre sollozó por su hija perdida, la que había quedado atrás, mientras que su padre padecía en silencio el vacío que lo consumía por dentro.
Esa noche, en su cuarto, la desdichada niña lloró y lloró por su hermana y por todas las desgracias ocurridas, hasta que sus lágrimas se agotaron. Miró por la ventana con la cara roja del llanto. En el cielo, todavía no del todo oscuro, se veía solo una nube. Primero no le prestó atención, pero después empezó a fijarse con más detenimiento. Tenía la forma de un rostro. Abrió bien los ojos al ver que la figura era idéntica a Lara. Pero no era la Lara asustada y callada de esas últimas semanas, sonreía. Antes de que la nube cambiara de forma le pareció ver que sus ojos brillaban, otra vez, lúcidos y alegres.

1 comentario:

L.D Briceño dijo...

Hola.
En primera instancia, ya sabemos que no nos concemos, aunque tenemos algo en común la escritura, y la literatura y un gusto por el estilo del lápiz gótico...
Soy Luis David, me gustaría que te pasaras por mi blog y leyeras mis historias, leía la tuya, y sinceramente me agradó. Quizás hubieses complicado más la trama, no es un crítica ni muchos menos, pero vamos, todos queremos mejorar nuestro arte, no?. Bueno te dejo, espero verte por mi blog, y observar tus comentarios : sobre las historias...
Chao cuidate..
Encantado de leerte, bye.